El término “economía circular” está ampliamente extendido y cada vez es más conocido no solo a nivel de estados y corporaciones, sino también a nivel de consumidores. Ha pasado de ser un término que define un modelo de producción y consumo alternativo para convertirse en un objetivo fundamental a alcanzar en los próximos años.
Este nuevo modelo implica empezar a considerar como recurso lo que tradicionalmente se conocía como residuo, reduciendo la necesidad de extracción de nuevas materias primas y por tanto permitiendo un uso más eficiente de los recursos.
Hace unos años no era extraño escuchar que los productos con material reciclado podrían tener unas prestaciones más limitadas y, por tanto, no serían capaces de competir con aquellos fabricados a partir de material virgen. El reto para alcanzar la economía circular radica en la reintroducción de materiales secundarios como materia prima para la obtención de productos de calidad.